sábado, 10 de noviembre de 2007

revelar a su Hijo en mí," significa "revelarme a Su Hijo" o "hacerme conocer a Su Hijo". Nuevamente se hace alusión a lo sucedido camino a Damasco reg

revelar a su Hijo en mí," significa "revelarme a Su Hijo" o "hacerme conocer a Su Hijo". Nuevamente se hace alusión a lo sucedido camino a Damasco registrado en el capítulo 9 de Hechos.

Aunque Pablo era judío, el llamamiento que Jesucristo le hace es directamente para evangelizar, ministrar y predicarle a los gentiles, tal como se lo dice Jesús a Ananías en visión según Hechos 9:15: "El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;". En Romanos 11:13 Pablo dice que su ministerio y llamamiento es hacia los gentiles: "Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,".

Luego que Jesús se le aparece según lo narrado en Hechos 9, Pablo quedó ciego y le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y no comió ni bebió. Es entonces que el Señor se le aparece en visión a Ananías, le revela el lugar donde se encontraba Pablo orando en ese momento y le dice que vaya y le ponga las manos encima para que recobre la vista. Ananías hizo como el Señor le mandó y Pablo recibió la vista, fue bautizado y luego comió y recobró las fuerzas. Luego de eso Pablo no fue a consultar con los líderes de la iglesia sobre la doctrina ni a que le explicaran en qué consistía el evangelio de Cristo. No fue a estudiar con ningún hombre ni a ningún seminario o institución teológica cristiana que pudiera existir en la época. Pablo confirma en el versículo 16 de Gálatas 1 lo que dijo en el verso 12, y es que fue Jesucristo quien le reveló el evangelio y no ningún hombre.

(1:17)

La venida del Espíritu Santo que se narra en Hechos 2 se dio en Jerusalén. Fue entonces fundada la iglesia primitiva y a tuvo como sede inicial inicialmente Jerusalén, aunque después se expandiría a todos los confines de la tierra. Pero los apóstoles trabajaron y se mantuvieron en Jerusalén y la iglesia no salió de ahí (aunque el llamado era a salir a todos los confines de la tierra) hasta que se da una gran persecución que hizo que los cristianos se esparcieran por las tierras de Judea y de Samaria (Hechos 8:1). Aunque fue un ataque contra los cristianos, eso sirvió para que la iglesia se expandiera a otros lugares y no se quedaran cómodamente y tranquilos en Jerusalén, olvidando el llamado de predicar a todo el mundo. Por ello la persecución ayudó en ese sentido, pues todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios y a los que conforme a Su propósito son llamados (Romanos 8:28).

De acuerdo a Romanos 8:1, los apóstoles se quedaron en Jerusalén. Ellos eran los máximos líderes de la iglesia y gozaban del reconocimiento de los cristianos porque anduvieron directamente con Jesucristo durante Su ministerio y aprendieron en ese tiempo de Sus enseñanzas. Pero Pablo no fue a ellos a recibir indicaciones sobre lo que debía predicar, pues como ya se ha mencionado anteriormente, Jesucristo le reveló directamente a Pablo lo que tenía que predicar.

La expresión "ni subí a Jerusalén" significa "ni fui a Jerusalén". El verbo "subir" no tiene que ver con la relación subir-bajar, sino que se usa como sinónimo del verbo "ir". Tampoco tiene relación alguna con ubicación geográfica, aunque dicho sea de paso, Jerusalén se ubica el suroeste de Damasco. Desde Damasco fue Pablo al desierto de Arabia, y aunque explícitamente no se dice a lo que fue, se deduce que su finalidad era estar sólo en comunión con Dios y así prepararse para la misión apostólica y recibir revelación de Dios. Ahí habría aprendido directamente de Jesucristo y fue hasta después que visita a los apóstoles en Jerusalén. Sin embargo hay otra posición que sostiene que Pablo fue a predicar a Arabia y no sólo a buscar soledad para recibir revelación y estar en comunión con Dios, pues en Hechos 9:20 dice que "En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.", y eso fue inmediatamente después de recibir la vista, bautizarse y recobrar las fuerzas mientras estaba en Damasco, de manera que luego de eso va a Arabia y piensan algunos que habiendo comenzado ya a predicar con esa motivación en Damasco, lo seguiría haciendo de igual manera en Arabia. Sin embargo lo más aceptado es que se fue a estar en comunión con Dios, pues no se habla en el Nuevo Testamento que Pablo haya fundado alguna iglesia en Arabia o que se haya reunido con cristianos en esa región. Gálatas 1:17 y Gálatas 4:25 son los dos únicos pasajes en el Nuevo Testamento donde se menciona "Arabia". Es necesario responder sobre la ubicación de la esta Arabia mencionada por Pablo. Para la época de Pablo Arabia no era lo que se conoce en la actualidad, sino que se limitaba a la región inmediatamente al este y al sur de Jerusalén. En el siguiente mapa se muestra lo que era la Arabia geográficamente en tiempos del apóstol Pablo:



A pesar que la Arabia mencionada en Gálatas no tenía las dimensiones de la Arabia conocida en la actualidad, el mapa da una clara imagen de la gran extensión que tenía el territorio de los árabes, que era la región inmediatamente al este y al sur de Palestina. La ubicación precisa del lugar de Arabia al que Pablo fue es muy incierta y solamente se puede especular un poco, pues la Biblia no da ningún detalle al respecto. Arabia significa reino nabateo. Algunos piensan que Pablo podría haber ido a Petra, la ciudad capital, pero no se sabe a ciencia cierta dónde estuvo el apóstol cuando fue a Arabia. Se dice que esta Arabia llegó a incluir por algún tiempo a Damasco.

En el versículo 18 se dice que pasaron tres años. Es aceptado por todos que esos tres años son el tiempo que Pablo permaneció en Arabia. Aunque el versículo 17 dice que fe a Arabia y que volvió de nuevo a Damasco, y no dice de esos tres años cuánto tiempo permaneció en Arabia y cuánto tiempo en Damasco, pero normalmente se acepta por todos que estando en Damasco al principio, fue luego a Arabia, permaneció tres años ahí y luego regresa a Damasco antes de ir a Jerusalén a ver a Pedro. El tiempo que pasó en Arabia se ubica en el libro de los Hechos en el capitulo 9 y versículo 23 de dicho libro, en la expresión: "Pasados muchos días,". Esos muchos días serían los tres años que se mencionan en Gálatas 1:18.

(1:18)

Sobre los "tres años" mencionados acá ya se dio la explicación en el comentario al versículo anterior. La frase "subí a Jerusalén" significa como en el verso 17, "fui a Jerusalén". ¿Por qué a Jerusalén? Porque los apóstoles (máximos líderes o autoridades de la iglesia cristiana primitiva) estaban ahí en Jerusalén (Hechos 8:1). Se debe comprender que Pablo no fue a Jerusalén a que Pedro o los apóstoles le explicaran la doctrina, pues ya lo ha dicho repetidamente en los primeros versículos de Gálatas 1 que la revelación del evangelio le fue dada directamente de Jesucristo y no por explicación de ningún hombre o sin intervención humana.

Pablo subió a Jerusalén "para ver a Pedro", pero el significado es "para conocer a Pedro" según la palabra griega usada originalmente por el apóstol, siendo esta la traducción utilizada por algunas versiones de las Escrituras. La Biblia Textual de la Sociedad Bíblica Iberoamericana lo traduce como "a visitar a Cefas", donde el nombre arameo Cefas se refiere a Pedro, que es el nombre en griego. En ambos idiomas significa "roca". Esa visita de Pablo a Jerusalén coincide con el relato que nos hace Hechos 9:26-30 de dicha visita. El verbo "ver" aparece tanto en el versículo 18 como en el 19, pero debe saberse que en el griego se trata de dos palabras completamente diferentes aunque en la versión Reina-Valera parezca tratarse del mismo verbo. En Gálatas 1:18 se utiliza la palabra griega iJstorevw, que significa "conocer", mientras que en Gálatas 1:19 se usa la palabra oJravw, cuyo significado es "ver o mirar". Esto nos dice que Pablo fue a conocer de vista o a entrevistarse con Pedro por primera vez.

Pablo quería que los apóstoles lo conocieran personalmente como siervo verdadero de Dios y a la vez quería tener una reunión personal con Pedro y presentarse igualmente a los apóstoles para tener la seguridad que estaban predicando el mismo evangelio y para trabajar conjuntamente y de forma unánime dentro del mismo equipo. Siendo Pablo también apóstol de Jesucristo, era conveniente y saludable que no trabajaran aisladamente sino que Pablo conociera de cerca el trabajo que estaban realizando Pedro y los otros apóstoles para que así trabajaran conjuntamente en la predicación del mismo evangelio dado por Cristo. Los quince días que Pablo permaneció con Pedro fueron tiempo suficiente para informarse de todo el trabajo que se estaba desarrollando en la iglesia de Jerusalén por parte de los apóstoles y para hablar también de la doctrina y que Pedro platicara personalmente con Pablo y se diera cuenta de su verdadera conversión y llamamiento de Jesucristo para predicar el mismo evangelio que el Señor les encomendó para llevarlo a todas las naciones. Fue difícil para Pablo al principio ganarse la confianza de los cristianos en Jerusalén, pues habiendo ellos conocido la manera en que odiaba y perseguía a la iglesia anteriormente se tenía una imagen muy marcada de Pablo como alguien malo, pero luego los cristianos se dieron cuenta que su cambio era verdadero y por supuesto fue obra de Dios transformarlo de esa manera.

(1:19)

Hablando de Pablo, Hechos 9:26 dice: "Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos;". La intención y el deseo de Pablo no era encontrarse solamente con Pedro y con Jacobo, pues quería ver y presentarse a todos los apóstoles, pero no le fue posible en esta visita a Jerusalén. Los únicos dos apóstoles que Pablo pudo ver en esta ocasión fue a Pedro y a Jacobo, el hermano del Señor. El término "hermano del Señor" debe ser bien aclarado y a la vez es necesario conocer la posición que tenía Jacobo dentro de la iglesia primitiva. Mateo 13:55 dice: "¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?". También Marcos 6:3 dice: "¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él." En estos pasajes se revela el parentesco entre Jesús y Jacobo. La palabra "hermano" proviene del griego ajdelfov", que tiene los siguientes significados:


Un hermano, ya sea nacido de los mismos dos padres o solamente del mismo padre o de la misma madre.


Tener el mismo antepasado, pertenecer a la misma gente, o compatriota.


Cualquier compañero u hombre.


Un compañero creyente, unido a otro por un lazo de afecto.


Un asociado en un empleo u oficina.


Hermanos en Cristo (sus hermanos por sangre, todos los hombres, apóstoles, cristianos como aquellos que son exaltados hacia el mismo lugar celestial).

Como se ve, la misma palabra traducida como "hermano" tiene muchos significados.

A partir del griego ajdelfov" no se puede dar una argumentación concluyente respecto al parentesco de Jacobo con Jesús porque hay muchas traducciones que se le pueden dar a esa misma palabra. Pero a continuación se presentan los argumentos y explicación del parentesco que existía entre Jesús y Jacobo.

Con la expresión "hermanos de Jesús" es como los Evangelios denominan a Jacobo, José, Simón y Judas, mencionando también de una manera explícita que tenía hermanas (Mateo 13:55-56; Marcos 6:3). Iban con María (Mateo 12:47-50; Marcos 3:31-35; Lucas 8:19-21).

Acompañaron a Jesús, junto con María, a la ciudad de Capernaum al inicio de Su ministerio (Juan 2:12). Sin embargo, no manifestaron fe en Él hasta después de Su muerte (Juan 7:3-5). No obstante, después de la resurrección se les halla junto con los discípulos (Hechos 1:14), y ejercitando su ministerio cristiano (1 Corintios 9:5). Uno de ellos, Jacobo (Gálatas 1:19), se distingue como dirigente de la iglesia en Jerusalén (Hechos 2:17; 15:13-21; 21:18; Gálatas 2:9,12), escribiendo la epístola que lleva su nombre. La cuestión de su parentesco con Cristo ha sido sumamente debatida, y se han presentado diversas teorías para afirmar que no eran más que sus primos:


Habrían sido hijos de Alfeo (o Cleofas) y de María, hermana de la Virgen María. Pero el término "primos" nunca se emplea para ellos, a pesar de que el término ajnevyio" (usado en Colosenses 4:10, que aunque la versión Reina-Valera lo traduce como "sobrino", la traducción de esa palabra es "primo" y es así como aparece en muchas otras versiones de la Biblia) es el término utilizado para tal caso en el Nuevo Testamento. Además, en Hechos 23:16 se usa la precisa expresión "hijo de la hermana", empleado para referirse al sobrino de Pablo; asimismo, se encuentra también el término "pariente", traducido de suggeneuv"/suggenhv" y que se halla once veces en el Nuevo Testamento (Marcos 6:4; Lucas 1:58, 2:44; 14:12; 21:16; Juan 18:26; Hechos 10:24; Romanos 9:3; 16:7;11,21). Así, parece anómalo que los "hermanos del Señor" no hayan sido nunca llamados primos o parientes si en verdad ese era su único vínculo o parentesco con Jesús. Por otra parte, Jacobo hijo de Alfeo se hallaba entre los apóstoles (Mateo 10:3). ¿Cómo se podría decir, en este caso, que los "hermanos" de Jesús no creían en Él? (Juan 7:5). La respuesta es que se trata de dos personas diferentes, uno es Jacobo hijo de Alfeo (el apóstol del Señor) y otro es Jacobo hermano de Jesús (hijo de José y María). Hay un argumento de poco peso que pretende que Jacobo el hijo de Alfeo es el mismo "hermano de Jesús". Este argumento dice que es extraño que "los hermanos" y los primos llevasen el mismo nombre (pues Jacobo hijo de Alfeo, llamado también Cleofas, era hijo de María, y se cree que María pudo haber sido la misma Salomé, siendo ella la hermana de la madre de Jesús según Juan 19:25), con lo que tratan de decir que no se trataba de dos personas diferentes sino de una sola. Pero no es un argumento válido porque los nombres en esa época eran muy comunes, y nada tenía de particular que los tuvieran idénticos personas de dos familias relacionadas por parentesco.


Por otra parte, se ha lanzado la suposición de que estos "hermanos" procedieran de un matrimonio anterior de José con una cierta Salomé (que se cree que puede referirse a María la hermana de la madre de Jesús). La única razón de esta suposición es una aparente diferencia de edad entre José y María, los padres de Jesús.


Serían hijos de un matrimonio de levirato (institución de la ley de Moisés, que obliga al hermano del que murió sin hijos a casarse con la viuda, en base a Levítico 25:25, Rut 2:20 y Rut 4:1-10) entre José y la viuda de su hermano Alfeo (Cleofas). Aquí, de nuevo no se tiene nada más que una mera especulación sin fundamento.


La objeción de que Cristo en la cruz puso a su madre al cuidado de Juan y no de sus hermanos, se desvanece cuando se toma en cuenta que aquel podría haber sido una persona acomodada o que en todo caso, estos (los hermanos de Jesús) habían sido incrédulos (Juan 7:5).

En realidad, todos estos esfuerzos para transformar o manipular los textos de las Escrituras provienen del deseo de demostrar el dogma de la virginidad perpetua de María.

En conclusión, Gálatas 1:19 se refiere a Jacobo, el hermano de Jesús cuyos padres eran José y María y quien se convirtió en dirigente de la iglesia judeocristiana de Jerusalén (Hechos 12:17; Gálatas 2:9).

Pablo hubiese querido ver a todos los apóstoles en esta visita, pero solamente encontró a Pedro y a Jacobo. La Biblia no da detalles sobre el lugar en el que se encontraban los otros apóstoles en ese momento ni lo que se estaban haciendo.

(1:20)

Para Pablo era importante que le creyeran todo lo que decía porque de la credibilidad como apóstol que le dieran las iglesias de Galacia dependía que aceptaran su mensaje como verdadero e inspirado por Dios y que así de una vez por todas desecharan el engaño de los judaizantes. Pablo estaba siendo totalmente sincero y no exageró nada para su beneficio. No trató de añadirle nuevos elementos a sus experiencias para que parecieran más impresionantes, sino que fue completamente sincero y les dijo toda la verdad de su llamamiento y experiencias como cristiano y siervo de Dios, así como del cambio que Dios había obrado en él. También pone a Dios como testigo de todo lo que les ha dicho y de esta forma las iglesias de Galacia deberían reconocer que Pablo era en verdad un apóstol de Jesucristo y que su mensaje era el mensaje de Dios.

Se debe tener presente que los judaizantes habían hablado mal en contra de Pablo y habían tratado de desprestigiarlo y de poner en el lugar más bajo su autoridad como apóstol. Pero Pablo pone a Dios como testigo de que les estaba diciendo la verdad.

(1:21)

Posterior a los quince días que Pablo permanece con Pedro en Jerusalén, su próximo destino son las regiones de Siria y de Cilicia. El siguiente mapa muestra la ubicación geográfica de Siria y de Cilicia:



En el mapa anterior se aprecia muy bien la ubicación de las regiones de Siria y de Cilicia con respecto a Jerusalén, que es la ciudad desde la cual partió Pablo luego de haber estado quince días con Pedro.

Usando como referencia de Gálatas 1:21 lo que dice Hechos 9:26-30, durante los quince días que Pablo estuvo con Pedro se dedicó a predicar sin temor y con libertad en Jerusalén, es decir con mucha valentía. Pero como aparece en Hechos 9:29, Pablo disputaba (discutía o debatía) con los griegos. Esto hizo que ellos planearan matarle. La palabra "griegos" en Hechos 9:29 se refiere literalmente a "los helenistas", que se les llama simplemente "griegos" en Hechos. Estos eran judíos que hablaban griego, y habían adoptado ciertas costumbres griegas. Pablo se convierte en el blanco de una alevosa persecución y la profecía de Hechos 9:16 se comenzaba a cumplir. De acuerdo a Hechos 9:30, cuando "los hermanos", o sea "los creyentes" que se encontraban ahí se enteraron de la amenaza de muerte contra Pablo y del peligro que corría estando en Jerusalén, le llevaron desde ahí hasta Cesarea, y luego le enviaron a Tarso. Sin embargo Gálatas 1:21 no se limita a mencionar Cesarea y Tarso, sino que dice que Pablo fue a las regiones de Siria y Cilicia, que como se aprecia en el mapa es una región considerablemente extensa al norte y noreste de Jerusalén. El ministerio de Pablo estaba ya en plena acción y es obvio que predicó en Siria y en Cilicia.

(1:22)

El término geográfico "Judea" aparece en la Biblia sólo en el Nuevo Testamento. Esta región se corresponde aproximadamente con el territorio del antiguo reino de Judá. El mapa de Judea con sus principales ciudades es el siguiente:



Como se aprecia, Judea comprende todos los alrededores o ciudades que rodean Jerusalén y tiene una gran extensión. Pablo estuvo apenas quince días en Jerusalén y luego partió hacia Siria y Cilicia. No había podido todavía visitar personalmente a las iglesias de Judea. Nunca lo habían visto predicarles y estar con ellos frente a frente pero conocían de su labor y trabajo ministerial. La expresión "que eran en Cristo" habla de las iglesias unidas a Cristo o las iglesias cristianas de Judea.

(1:23)

A pesar que Pablo no había visitado personalmente las iglesias de Judea después de su conversión, su popularidad aumentaba grandemente y las iglesias llegaron a conocer del cambio que Dios había obrado en él y de cómo predicaba diligentemente a Jesucristo y Su evangelio. Era impresionante que Pablo cambiara de esa manera tan radical, pero fue un cambio directo que Dios hizo en su vida y en su corazón por el amor y gracia de Jesucristo.

(1:24)

"Y glorificaban a Dios en mí" significa que los cristianos de las iglesias de Judea, aunque no habían tenido la oportunidad de ver a Pablo personalmente luego de su conversión, sabían que el cambio que había tenido era cierto y no se trataba únicamente de rumores. Por ello daban gloria a Dios porque el cambio realizado en la vida de Pablo no podía tener ninguna explicación sino que la misericordia de Cristo había llegado a su vida y le había transformado completamente para convertirse en una nueva persona y en un fiel servidor de Jesucristo. Dios estaba recibiendo gloria y honra a través del trabajo y la vida del apóstol Pablo, de tal forma que Dios usó inclusive la mala reputación que Pablo tenía antes de convertirse a Cristo para mostrar Su infinita gracia, amor y poder para cambiar y transformar vidas, sacando a Pablo de las tinieblas y llevándolo a la luz de Jesucristo. La vida de Pablo fue un testimonio del poder de Dios. Pablo usó su propio testimonio repetidamente para predicar a los que todavía no conocían el evangelio y el poder de Jesucristo.

Viaje de Pablo a Jerusalén (Gálatas 2:1-10)

(2:1)

Se sabe que el lapso que transcurrió son catorce años, pero se necesita conocer a partir de cuándo se comienza a contar ese periodo de tiempo. Existen dos posiciones al respecto. La primera es que los catorce años son desde la conversión del apóstol cuando Jesús se le aparece camino a Damasco. La otra posición es que se debe comenzar a contar los catorce años desde que Pablo fue a las regiones de Siria y Cilicia, de manera que había estado esos catorce años en dichas regiones y se sumarían los tres años de Gálatas 1:18 más los catorce años de Gálatas 2:1 para tener un total de diecisiete años desde la conversión de Pablo hasta que sube por segunda vez a Jerusalén en el relato de Gálatas 2:1. Para mantener la secuencia lógica de lo que Pablo ha venido diciendo en su relato del capítulo 1 de Gálatas, resulta razonable que los catorce años son desde que sale de Jerusalén para ir a Siria y Cilicia hasta que regresa nuevamente a Jerusalén, o sea que haya pasado catorce años en Siria y Cilicia. Pero esto contradice la historia cronológica que se tiene de sobre estos acontecimientos, pues se registra que Pablo se convirtió aproximadamente entre los años 34-37 d.C., y si a eso se le suman diecisiete años se tiene que el Concilio de Jerusalén habría sido en el año 51-54 d.C., lo cual es improbable porque es casi seguro según todas las fuentes históricas que dicho concilio se da en el año 48, 49 o 50 d.C. En ese caso parece más aceptable que Pablo dice que pasaron catorce años tomando como punto de referencia su conversión camino a Damasco, y aunque luego menciona en Gálatas 1:18 que pasaron tres años, serían once años los que transcurren entonces entre la primera visita de Pablo a Jerusalén y la segunda, para que tres más once resulten los catorce años que dice Gálatas 2:1. Sin embargo se mantienen las dos posiciones porque hay quienes ubican la conversión de Pablo inclusive entre los años 32-35 d.C., aunque llevar la conversión de Pablo hasta el año 32 d.C. parece forzar demasiado la situación para mantener una idea. Todo depende del momento a partir del cual se comiencen a contar los catorce años en el versículo dos y si incluye o no los tres años de Gálatas 1:18.

Fue un largo periodo el que Pablo pasó sin visitar Jerusalén. Luego de ese largo periodo en las regiones de Siria y de Cilicia, nace la pregunta, ¿para qué fue Pablo esta vez a Jerusalén? No era una simple visita a Jerusalén para saludar a los hermanos, sino que se trataba de la necesidad de aclarar un punto doctrinal que estaba siendo motivo de discordia entre los creyentes acerca de la circuncisión y el respecto a las leyes judías como obligación para los cristianos. Pablo debía urgentemente atender este problema y poner en orden la situación de este problema doctrinal que se estaba dando, que era algo verdaderamente grave.

Para estudiar Gálatas 2:1-10 y hacer un buen análisis de esta porción de las Escrituras se debe comparar minuciosamente con Hechos 15:1-29, donde habla del muy conocido "Concilio de Jerusalén". Para bien de la iglesia la conclusión a la que se llegó fue positiva (pues era con dicha conclusión se preservó la sana doctrina del evangelio), ya que "después de mucha discusión" (Hechos 15:7), Pablo dijo como conclusión: "Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.", o sea que los judíos alcanzarían la salvación de la misma manera que lo hacían los gentiles: "la gracia de Jesucristo".

El Concilio de Jerusalén fue una reunión que llevó a cabo la iglesia primitiva (aproximadamente en el año 48, 49 o 50 d.C.) cuando se dio el primer conflicto interno dentro de la iglesia registrado en la Biblia. La polémica se originó debido a falsos hermanos infiltrados en la iglesia que decían y trataban de convencer a los cristianos sobre la necesidad de circuncidarse y guardar las leyes judías para obtener la salvación. Se sabe que estos falsos hermanos infiltrados eran los judaizantes y que venían de Judea (Hechos 15:1).

Bernabé fue uno de los principales misioneros de la iglesia cristiana primitiva. En la Biblia aparece por primera vez en Hechos 4:36-37, donde dice que su nombre era José y que los apóstoles le pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación). Bernabé era levita y natural de Chipre, es decir que era judío de ascendencia levita pero había nacido en Chipre, fue era una isla del Mediterráneo donde había una importante comunidad judía (Hechos 11:19). Según Hechos 4:37 Bernabé vendió una heredad (terreno, tierra o propiedad) que tenía y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles. Cuando a Pablo le tenían miedo los cristianos en Jerusalén por su anterior conducta persiguiendo cristianos, fue Bernabé quien le lleva a los apóstoles y da fe de su genuina conversión (Hechos 9:26-27). 1 Corintios 9:1-6 sugiere que Bernabé era apóstol al igual que Pablo, pero no era uno de "los doce apóstoles". Bernabé acompaño a Pablo en su primer viaje misionero (Hechos 13:1-14:28).

Respecto a Tito, no se le menciona ni una sola vez en el libro de Hechos. Sin embargo es mencionado varias veces por el apóstol Pablo en sus epístolas. Tito no era judío sino que griego (Gálatas 2:3). La palabra "griego" usada en Gálatas 2:3 se traduce del griego Ellhn que significa "griego, no judío o pagano". Tito era un compañero y colaborador de Pablo en el cual depositaba mucha confianza (2 Corintios 8:23). Tito se convirtió al cristianismo como fruto del ministerio o la predicación de Pablo, pues Tito 1:4 dice: "a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador." La expresión "hijo en la común fe" muestra que Tito se convirtió con la predicación de Pablo, como lo fue también el caso de Timoteo (1 Timoteo 1:2). Cuando se da el Concilio de Jerusalén Pablo ya había cosechado y seguía cosechando muchos frutos con su trabajo ministerial luego de varios años de predicar el evangelio de Cristo.

(2:2)

Había una necesidad urgente de corregir el error y la amenaza doctrinal que había llegado a la iglesia en Jerusalén, pues falsos hermanos estaban queriendo obligar a los cristianos a circuncidarse y obedecer la Ley de Moisés como requisito para salvarse y "agradar a Dios" haciendo eso. Aquí se ve el primer gran debate de la iglesia primitiva.

La Biblia no dice de qué forma llegó la "revelación" de Dios hacia Pablo para decirle que tenía que ir a Jerusalén (a corregir el problema doctrinal que se estaba dando y que amenazaba la iglesia cristiana). Lo que sí se sabe es que Dios hizo saber a Pablo de alguna manera ("le reveló") que debía ir a Jerusalén. En efecto Pablo obedeció y luego de catorce años sin haber estado en Jerusalén regresa para corregir este problema doctrinal y que era una situación urgente y grave.

Pablo no fue a preguntarles "a los que tenían cierta reputación" si lo que se encontraba predicando era lo correcto. ¡Pablo estaba cien por ciento seguro que el evangelio que predicaba era el que Dios mismo le había revelado y el que tenía que ser predicado a todos! Pablo fue a confirmar que "los que tenían cierta reputación" estaban predicando el mismo evangelio de Jesucristo sin ser adulterado. De lo contrario, mientras Pablo trabajaba arduamente por extender el mensaje de Jesucristo, los mismos líderes de la iglesia estarían derribando el trabajo con un evangelio equivocado. Por eso Pablo tenía que estar seguro que lo que predicaban y enseñaban los líderes de la iglesia en Jerusalén era lo correcto y que era el verdadero mensaje no adulterado del evangelio de Jesucristo.

La palabra "correr" se traduce del griego trevcw, que significa "correr o esforzarse". No cabe duda que Pablo se había esforzado grandemente en la proclamación del evangelio. Cuando se da "el concilio de Jerusalén" Pablo había realizado ya su primer viaje misionero junto con Bernabé. Eso significa que ya había predicado y fundado iglesias en muchas regiones (ver mapa del primer viaje misionero de Pablo). Entonces si los líderes de la iglesia de Jerusalén predicaban todavía la circuncisión hubiese sido como haber o estado trabajando en vano, no porque Pablo no estuviera seguro de lo que predicaba, sino porque se hubiese estado derribando el trabajo que él estaba construyendo o edificando como siervo de Jesucristo en caso que los líderes de la iglesia estuviesen predicando todavía el judaísmo o la circuncisión y obediencia a la Ley de Moisés para salvarse. Es claro que Pablo está respondiendo a una cuestión que tiene que ver con los judaizantes, que eran quienes querían ganar adeptos pero lo hacían predicando un evangelio falso y equivocado. Pablo iba también al Concilio de Jerusalén a informar a los líderes de la iglesia sobre su ministerio y así estar seguro de no estar corriendo ni haber corrido en vano. Pablo consideraba fértil o vano su trabajo ministerial de acuerdo a los frutos que su predicación tuviera. Pero si las personas terminaban engañadas y confundidas y las iglesias llegaban a creer que la Ley de Moisés les salvaría y no la gracia de Jesucristo, Pablo consideraría que su trabajo fue vano. Filipenses 2:16 y 1 Tesalonicenses 3:5 expresan este sentir de Pablo. Pareciera hacer alusión a Isaías 49:4. La decisión que se tomara o conclusión a la que se llegara en el Concilio de Jerusalén era de suma importancia para el futuro de la iglesia. Aunque Pablo tenía fe en que Dios cumpliría Su obra abriendo las puertas para que la Palabra fuera predicada a los gentiles, estaba conciente de la importancia y necesidad de que se llegara a una resolución favorable en el Concilio de Jerusalén y que no se pusieran impedimentos condicionando a los creyentes a circuncidarse u obligándoles a respetar las leyes judías.

Al decir "los que tenían cierta reputación" Pablo se refiere a los líderes o dirigentes de la iglesia en Jerusalén. Eran estos líderes quienes en conjunto y con la presencia y participación de Pablo llegarían a un acuerdo en el Concilio de Jerusalén sobre la situación que se estaba dando respecto a respectar las leyes judías y acogerlas como parte del evangelio o no hacerlo (es obvio que la respuesta correcta es que no tenían que sujetarse a la Ley de Moisés porque no es ese el evangelio dado por Jesucristo).

Cuando Pablo dice "el evangelio que predico entre los gentiles" habla del evangelio de Jesucristo que ofrece el perdón de los pecados y la salvación por el arrepentimiento, la fe y la gracia de Jesucristo.

(2:3)

La resolución a que se llegó en el Concilio de Jerusalén fue favorable y buena, pues se reconoció que tanto judíos como gentiles son libres y que la salvación se recibe por la gracia y fe en Jesucristo y no por el estricto cumplimiento u observación de las leyes judías o la Ley de Moisés (Hechos 15:11).

La expresión "con todo y ser griego", enfatiza que incluso cuando Tito no era judío, no se le obligó a circuncidarse. Con especial énfasis se circuncidaban a los paganos para que pudieran pertenecer e identificarse con los judíos y con su religión (los judíos piadosos eran circuncidados desde su niñez, al octavo día según la Ley de Moisés en Génesis 17:12). Es seguro que los intrusos (judaizantes o "falsos hermanos") querían que Tito se circuncidara por ser griego, pero Pablo no aceptó ni los líderes de la iglesia tampoco, de manera que no fue obligado a circuncidarse.

(2:4)

Había una circunstancia sumamente difícil de controlar y era que se trataba de "falsos hermanos introducidos a escondidas". Hay ocasiones en las que es mucho mejor tener un enemigo declarado que un enemigo a escondidas introducido en territorio propio. En este caso el enemigo se encontraba astutamente dentro de la misma iglesia cristiana. Se aplica perfectamente la "parábola del trigo y la cizaña" enseñada por Jesús en Mateo 13:24-30.

Pablo dice que estos falsos hermanos eran "introducidos a escondidas", es decir que secretamente se infiltraban y fueron a espiar, vigilar u observar disimuladamente el comportamiento de los miembros de la iglesia respecto a la Ley de Moisés. Hechos 15:1 da mayores detalles acerca de estos individuos: "Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos." A partir de Gálatas 2:4 Pablo comienza a presentar el evangelio de Jesucristo como "libertad" y la Ley de Moisés como "esclavitud". Esa forma de presentar la gracia de Cristo (como libertad) y la Ley de Moisés (como esclavitud) se sigue manteniendo a lo largo de toda la carta. Cristo había librado a los creyentes de la esclavitud de las leyes judías a la libertad del evangelio de Jesucristo, pero estos falsos hermanos querían traer nuevamente a los hermanos a la esclavitud de la Ley de moisés. Eso era precisamente como ser ciudadanos libres y querer volver a encontrarse encadenados como esclavos. Era un fuerte engaño de los "falsos hermanos" y una insensatez de parte de los creyentes el creerles y poner atención a la enseñanza de estos engañadores. Definitivamente que los "falsos hermanos" eran judaizantes que insistían en la circuncisión de los gentiles como un requisito para alcanzar la salvación (Hechos 15:1).

(2:5)

Pablo y Bernabé (llevando también a Tito según Gálatas 2:1) no aceptaron lo que enseñaban estos judaizantes y se opusieron claramente a esa falsa doctrina. La convicción de Pablo era firme y clara, tal así que ni un momento tuvo dudas ni consideró como cierta la idea y afirmación que exponían los judaizantes. Pablo se opuso completa y directamente, discutiendo este tema mediante la presentación de argumentos y defendiendo la verdad del evangelio (Hechos 15:2).

Luego de varios años de ministerio y gracias a la revelación del evangelio que Jesucristo dio apóstol Pablo, este tenía convicciones firmes y claras de forma que no sería movido ni llegaría a dudar ni un solo momento de la verdad que Dios le había revelado. Pablo no se dejaba llevar por las corrientes de doctrinas o pensamientos y estaba completamente seguro de su fe. No importaba que todos pensaran lo contrario, él seguiría creyéndole a Jesucristo y manteniendo su fe tan firme y fuerte como desde la primera vez que Jesucristo se le apareció y le mostró el nuevo propósito para su vida. Pablo no era un débil en la fe sino que ya había alcanzado la madurez para mantenerse firme y permanecer predicando la misma fe y el mismo evangelio poderoso de Jesucristo aunque esto le significara persecución, sufrimientos y hasta la muerte. Por eso Pablo afirma: "a los cuales ni por un momento accedimos a someternos,".

Pablo no podía ser flexible ni condescendiente en este tema porque era algo grave y delicado que estaba amenazando la base del evangelio. No era un problema sencillo sino algo que trastornaba completamente la fe y el evangelio de Jesucristo. Si Pablo hubiese aceptado lo que decían los judaizantes y las iglesias hubieran también creído a esta doctrina errónea, la verdad del evangelio no hubiese permanecido en la iglesia. Es por eso que Pablo ni un momento accedió a las mentiras y engaños de los judaizantes, tal como lo dijo en su carta: "para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros."

(2:6)

Los líderes de la iglesia en Jerusalén no habían cambiado la doctrina tampoco. No era solamente Pablo el que se mantenía predicando la salvación por la gracia de Jesucristo y no por las obras de la Ley. Los líderes de la iglesia en Jerusalén también predicaban ese mensaje y se mantenían con la fe y convicción que la salvación venía únicamente por la fe en Jesucristo y por Su gracia. No había diferencia entre lo que predicaba Pablo y lo que predicaban los líderes de la iglesia de Jerusalén. Por ello Pablo dice: "nada nuevo me comunicaron", es decir que no había diferencia entre la predicación de Pablo y la de los líderes de la iglesia de Jerusalén. La Biblia Latinoamericana lo traduce como "no me pidieron que hiciera marcha atrás", de modo que estaban de acuerdo a lo que Pablo predicaba.

No debe cometerse el error de pensar que Pablo estaba dependiendo de las decisiones de los líderes de la iglesia como fundamento de su fe. Pablo no apela a ellos como si dependiera de su autoridad, sino que eran los judaizantes quienes querían deslegitimar a Pablo y encontrar apoyo a sus mentiras en los líderes de la iglesia de Jerusalén, pero no pudieron porque ellos predicaban el mismo evangelio de Pablo, que es el evangelio de Jesucristo. Los judaizantes buscaban diligentemente desprestigiar a Pablo ante los hermanos y ante las autoridades de la iglesia de Jerusalén, así como también buscaban que la doctrina predicada por Pablo fuera rechazada por todos y así los judaizantes obtendrían su propósito engañando a los cristianos y llevando a la iglesia a una completa confusión doctrinal y a apartarse completamente del evangelio que Jesucristo vino a dar a través de su muerte y sacrificio en la cruz para el perdón de los pecados. Por ello era importante para Pablo que en el Concilio de Jerusalén se llegara a una resolución en contra de lo que predicaban los judaizantes y que se confirmara que solamente el evangelio de Jesucristo es capaz de perdonar los pecados. Pero la fe y convicciones de Pablo así como lo que predicaba y seguiría predicando no dependía de la decisión que se tomara en el Concilio de Jerusalén ni tampoco de lo que dijeran los líderes de la iglesia de Jerusalén, pues el evangelio le había sido revelado a Pablo directamente por Jesucristo y es obvio que creería más a Jesucristo que a cualquier persona o autoridad humana, por importante que pareciera.

La expresión "los que tenían reputación de ser algo" se refiere a los más importantes líderes y autoridades de la iglesia cristiana de Jerusalén. La mejor traducción es "los que parecían ser algo", pues la palabra griega dokevw significa "parecer".

En medio de lo que Pablo viene escribiendo en Gálatas 2:6, añade un comentario que dice: "(lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas)". La frase "lo que hayan sido" significa "de qué categoría". Luego la expresión "Dios no hace acepción de personas" se puede expresar como "Dios no se fija en las apariencias". Hay dos interpretaciones para este pasaje. La primera es que esta aclaración que Pablo hace en medio del texto era porque los líderes de la iglesia cristiana de Jerusalén (entre quienes explícitamente se menciona a Jacobo, Cefas y Juan en Gálatas 2:9) no tenían título ni dinero ni cultura, entonces si algunos cristianos de un medio o categoría superior (o incluso si algunos judíos cultos) los menospreciaban, Pablo, en cambio, sólo veía en ellos a los responsables o líderes de la iglesia y no los menospreciaba por lo que eran antes. Pero la anterior interpretación no se apega al contexto de lo que se encuentra diciendo Pablo, ya que no había necesidad de afirmar la aceptación que tenían de parte de Dios y de parte de la iglesia estos líderes de la iglesia. Por tanto, la interpretación correcta es que Pablo trata de decir que su llamamiento como apóstol y su autoridad no es inferior a la de los apóstoles que fueron antes que él. Cualquier supuesta ventaja de los apóstoles anteriores a él que pudiera ser tomada como una señal de superioridad sobre Pablo no le preocupaba a este, y de ninguna manera afectaba la validez e independencia de su ministerio. Definitivamente que algunos tenían más respeto y confiaban más en la autoridad de los otros apóstoles que en la autoridad de Pablo como apóstol. Ese era el objetivo que perseguían los judaizantes, pues ellos querían que Pablo fuera interiorizado completamente como apóstol, que nadie le reconociera y que la doctrina fuera cambiada a favor de lo que ellos querían (que todos volvieran al judaísmo y abandonaran el verdadero evangelio de Jesucristo). Pero Pablo aclara que él está seguro de su llamado y de su mensaje y que no es inferior a ninguno de los otros apóstoles. Claramente se encuentran afirmaciones de este tipo, donde Pablo hace ver y aclara que no es inferior a ninguno de los otros apóstoles, por ejemplo, 2 Corintios 11:5 dice: "y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles." También 2 Corintios 12:11 dice: "Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy."

Que Dios no hace acepción de personas es una verdad revelada desde el Antiguo Testamento en Deuteronomio 10:17.

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